
Hoy simplemente checo mi correo en la computadora, y no es mío realmente, es de todos, por que ninguno está dirigido exclusivamente a mi, todos son cadenitas; chistosas, superficiales, profundas, subidas de tono, espirituales y hasta de maldiciones si no lo reenvías (lo que siempre me intriga es si alguien realmente cree que unos bits pueden interferir en tu vida).
“Yo no checo el correo de cadena” me dijo un amigo, pensé, ¿que lee?, por que hoy todos “reenviamos” en lugar de escribir; eso si, personalmente selecciono muy bien lo que comparto, me gusta enviar los que hacen sonreír o reflexionar. Estoy consciente que es muy impersonal, pero es mi manera –quizá- de darte los buenos días.
Los tiempos no son los mismos, hoy, el retrato de Dorian Gray no envejecería gracias a un pacto con photoshop, mientras que en su celular una foto de su rostro se pixelaría cada día más.
Las cartas no son las mismas, hoy podré reenviarte un e-mail que alguien más escribió, pero, con esas reflexiones de otro -tal vez más inteligente o con más ingenio que yo- trato de decirte: te tengo presente, no me olvides y hoy quería compartir algo contigo, así que te reenvíe un e-mail.